“Nacer del todo implica bastante tiempo”: Es lo que el pequeño
habría pensado si fuera consciente de
que había nacido. Pero de momento no lo hizo; tenía cosas más importantes que
aprender, cosas que estaba descubriendo. Demasiado despacio para lo que le
hacía falta, demasiado rápido para lo que le quedaba.
3 meses. Eso es lo que tardaron sus ojos en empezar a
funcionar más o menos bien. Por fin empezó a ver el mundo real, en vez de
estúpidos borrones grises. Y al principio le gustaba. Vio a su madre, vio sus
manos. Hasta consiguió ver alguna que otra sonrisa cuando se acercaban a él. Y
pasó el tiempo, y siguió viendo.
Hasta que llegó un día en el que se dio cuenta de que había
visto demasiado. Entonces, cerró los ojos…
… y no los volvió a abrir nunca más.